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Licenciado en ciencias sociales Graduado:Universidad Simon Bolivar.

miércoles, 18 de abril de 2012

Rafael Pombo

 Este 2012 año  de Rafael Pombo, uno de los más grandes poetas y escritores de Colombia del siglo XIX.

 

R a f a e l   P o m b o
 

Nació en Bogotá en 1833. Hijo de don Lino de Pombo y de doña Ana Rebolledo. Hizo estudios de ingeniería por complacer a su padre, quien se mostraba en desacuerdo con que su hijo fuera poeta. Siendo un joven ingeniero, tomó las armas en defensa del gobierno constitucional de 1854. El único puesto público que desempeñó fue el de Secretario de la Legación en Washington, que estaba a cargo del General don Pedro Alcántara Herrán. Cuando éste se retiró, Pombo actuó como Encargado de Negocios. Al caer el gobierno legítimo, se quedó sin ocupación oficial, pero permaneció muchos años en los Estados Unidos dedicado a trabajos literarios. A esta circunstancia se deben Los Cuentos Pintados, pues fue contratado por la Editorial Appleton para hacer unas traducciones de las que surgieron sus libros para niños. Luego regresó al país y se instaló en Bogotá, en donde permaneció hasta su muerte, ocupado en trabajos de arte y literatura. Fue Secretario Perpetuo de la Academia de la Lengua. Pombo fue también periodista. En su juventud, redactó, con Vergara y Vergara, un periódico literario: La Siesta. También publicó los periódicos El Cartucho y El Centro. Fue coronado en 1905 en el Teatro Colón. Cuenta Antonio Gómez Restrepo, uno de los críticos más conocedores de su obra, que después de la coronación, se recluyó en su lecho hasta su muerte en 1912. "Encerrado en su cuarto lleno de libros y de cuadros, pasaba sus días dedicado a la lectura, a escribir versos en minúsculos trozos de papel y a mantener una activa correspondencia con sus grandes amigos don Rufino y don Angel Cuervo. Allí lo visitaba un pequeño grupo de fieles amigos, que hacían caso omiso de las rarezas del poeta, para disfrutar de su original conversación*.


POESÍA BREVE


De noche

No ya mi corazón desasosiegan
las mágicas visiones de otros días.
¡Oh Patria! ¡oh casa! ¡oh sacras musas mías!...
Silencio! Unas no son, otras me niegan.

Los gajos del pomar ya no doblegan
para mí sus purpúreas ambrosías;
y del rumor de ajenas alegrías
sólo ecos melancólicos me llegan.

Dios lo hizo así. Las quejas, el reproche
son ceguedad. ¡Feliz el que consulta
oráculos más altos que su dueño!

Es la Vejez viajera de la noche;
y al paso que la tierra se le oculta,
abrese amigo a su mirada el cielo.




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